En un viaje a Paris durante mi intercambio en Barcelona me enteré que existía una visa que te permitía vivir y trabajar en Francia durante 1 año: la VVT. Y los 5 días de turismo se llenaron de momentos imaginarios viviendo en el barrio latino, juntándome con amigxs en los jardines de Luxemburgo y yendo a trabajar cerca de Notre Dame.
Una vez de vuelta en Buenos Aires, no me faltaban las ganas de terminar mi carrera de psicología y volver corriendo a Europa, a continuar esa experiencia que había sido interrumpida. Solo se volvió real cuando Eli me dijo “Ya vamos a estar en Europa, saquemos la visa y nos quedamos”. Es que en realidad, yo ya había decidido mantener mi vida en Argentina el año siguiente, y viajaba a Europa en diciembre del 2018 para, desde Barcelona, viajar y recorrer algunos países de Asia durante las vacaciones.
Viajé con mis amigas sin muchas preocupaciones, dispuesta a llegar después a Paris e instalarme. Tuvimos la suerte de tener un amigo que nos alojó los primeros días y conseguir rápidamente un studio donde vivimos Eli y yo el primer mes. Como son los departamentos en Paris, la cama era el sillón, y mucho lugar más no había, pero fue todo tan lindo! Todavía era invierno, y nuestra casa no podía ser mas cálida. Me acuerdo como si fuera ayer, despertarme una mañana para ir al curso de francés, y mientras me preparaba un café, mirar por la ventana para ver todos los techos de ese último 5to piso nevados, y pensar que no podía ser más feliz.
Rápidamente conseguimos el departamento de Picpus, y conocimos a Maru directamente compartiendo cuarto con nosotras. Por suerte fue una convivencia exitosa desde el principio!
Pero obviamente no todo fue color de rosas. La llegada a un país nuevo nunca es fácil, y mucho menos sin hablar el idioma o conocer los códigos culturales del lugar. Vine con ganas de encontrar algo relacionado a la psicología. Me pasaba horas en “lo de Charlotte” (nos referimos a cada departamento donde vivimos según el nombre del dueño) frente a una computadora vieja y lenta, buscando trabajo, mandando CV, pensando proyectos.
Sin embargo, al tiempo me di cuenta que todo lo que quería no iba a poder ser. Primero porque el título de psicóloga tiene que ser homologado para permitirme trabajar en Francia, segundo por el poco manejo del francés, tercero porque no sabía ni siquiera dónde o cómo buscar el trabajo de mis sueños. Trabajé de moza, recepcionista y limpieza de hotel entre Paris y Niza, hasta que en Octubre del 2018 volví a Paris para trabajar como auto-entrepreneur dando clases de inglés a niños. De esta forma, trabajando solamente 20 horas por semana, pude ir sintiéndome más instalada en la ciudad, pagar un alquiler, las necesidades básicas y varios programas (pas mal).
Hicimos amigos muy especiales. Con Maru nos mudamos a un departamento soñado en mi barrio preferido de Paris (“Lo de Philippe” o “Parmen”). Tuvimos nuestro bar amigo y el café donde siempre nos sentimos como en casa. Y a fin de año ya estábamos festejando navidad y año nuevo con 50 amigxs.
Creo que la vida en Paris para mí fue un poco ir ganando batallas y creciendo. En lo laboral (desde limpiar un hotel hasta ser independiente trabajando en lo que me interesa), conseguir la seguridad social, pasar de un mono ambiente a un departamento con una habitación para cada una, conocer distintos barrios, personas y culturas, e ir sintiéndome cada vez más cómoda con el idioma. Hacer muchos amigos nuevos, despedir a algunos con dolor, y que otras amigas pasen a ser hermanas.
La vida que imaginaba paseando allá en 2016 quedó muy corta, al lado de la vida real que tengo acá. No dejo de crecer, de estar bien acompañada y de asombrarme con el lugar en donde vivo.
Gracias Paris!!!
Delfina Benitez Cruz